Una de las funcionalidades de las cuentas corrientes que siempre le ha faltado a Bitcoin es la posibilidad de tener cuentas compartidas y su gestión. Las cuentas compartidas bancarias se usan para administrar desde las cuentas de un matrimónio hasta las de sociedades anónimas con varios tesoreros.
Por supuesto, es posible compartir la clave privada que da acceso a una cuenta entre todas las personas autorizadas para operar, e instalarla en varias wallets distintas. Esto desde luego resuelve el problema a pequeña escala, pero ¿Que ocurre tras un divorcio o tras la disolución de una compañía? Una gestión de este tipo implica una confianza absoluta en la otra parte, que no siempre es recomendable.
Esquemas más avanzados de administración de cuentas compartidas exigen que para determinados gastos tengan que firmar todos los titulares. También existen esquemas intermedios, en los que por ejemplo es suficiente que firmen dos de los tres titulares. Estos esquemas de gestión son los que aportan los Lockboxes de Armory.
Armory entrega su herramienta de control de cuentas compartidas como un cliente bitcoin precompilado. Su gestión es similar al bitcoin-qt habitualmente utilizado.
Pero los lockboxes no sólo permiten una gestión múltiple de las cuentas. También aportan lo que han denominado «simulfunding». El concepto es importante para el intercambio de monedas virtuales. Se crea un lockbox y las dos partes que quieren intercambiar un objeto virtual lo suben. Hasta que ambas partes no cierran su parte (firman los dos) no se produce la transacción.
De esta forma, en un intercambio de monedas, una de las partes no puede engañar a la otra. Puede que esto sea el final de los exchanges tal y como los conocemos.